Nos interesa señalar algunas características del discurso filosófico que la modernidad no ha podido borrar a pesar de sus ensayos por iniciar una reflexión filosófica nueva y original y que nos permite (¿o que nos obliga?) a hablar de una tradición innegable. Nuestra tesis consiste en que la filosofía es esencialmente un quehacer-en-deuda lo cual nos conduce a pensar que no huy reflexión que podamos comprender deslindándola de su pasado, remoto o Inmediato. Por consiguiente, la filosofía como racionalidad conlleva una tradición en cuanto componente lógico necesario. La tradición se convierte en tradicionalidad en el momento en que el discurso filosófico la supone como premisa de todo razonamiento. La tradición ya no es simplemente un recuento histórico de ideas sino que éstas se integran al discurso como gérmenes vivos de otras ideas, de nuevas conclusiones